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| Foto/Conmebol.com |
Por:
Juan Manuel Diaz
@JuanchoDiazB
He pasado mucho tiempo
viendo futbol a lo largo de mi vida. Me he perdido de reuniones y compromisos por ver un partido que llame mi atención.
90 minutos de adrenalina y en los que vas 2 minutos al baño y vuelves al sillón en el que te sientas o acuestas dependiendo de la tensión del
juego.
Recuerdo por allá en el
2004 el partido del Once Caldas contra el Porto por la final de la
Intercontinental, el partido fue a eso de las 5 de la mañana y para esos días estaba
pasando vacaciones con unos primos en Purificación. Nos propusimos levantarnos
a ver el partido y estar concentrados apoyando la representación colombiana en
semejante certamen. Fui el primero en volverme a quedar dormido, el partido fue
tan aburrido que llegaron a la prorroga sin claras opciones de gol y la final se
decidió por penales. Esa había sido la única
vez que no había visto un partido completo por más aburrido que se tornara.
Sin embargo anoche, la Selección Colombia, que ocupa el segundo lugar en la presente eliminatoria, que llevaba un invicto de 3 fechas, que hace pocos días fue ubicada en la octava posición en el escalafón de la Fifa y que nos tiene motivados y esperanzados a todos los colombianos, se enfrentaba en un juego amistoso frente a Brasil, el pentacampeón del mundo y anfitrión del próximo mundial. El partido fue a eso de las siete treinta, hora prohibida para quienes tenemos jornada de estudio nocturna. Sin embargo a eso de las seis, salí de mi casa con "la camiseta puesta" y llegué hasta un lugar cercano a mi Universidad llamado: La Carpa. Allí encontré a una cantidad inesperada de personas que quienes como yo preferían estar ahí que dirigirse a algún salón de clases. Me senté junto a una amiga con quien acordé ver el partido, pedimos un par de cervezas y vivimos con intensidad los primeros 45 minutos. Fue un primer tiempo de toma y dame, de vienes y vas, la gente gritaba como si estuviéramos en el estadio y el grupo de morochos a nuestro lado, silbaba cada vez que un jugador brasilero tocaba el balón. Justo cuando el árbitro miraba su cronómetro, llegó lo esperado: El gol; una combinación entre los más jovenes: James y Cuadrado que acabó con el desborde por derecha de este último crack quien anoche fue un improvisado lateral derecho y adentro. Con eso nos fuimos a medio tiempo. Para mi compañía y para mi, fue suficiente para irnos contentos, ambos teníamos compromisos y sin importar que faltara un tiempo, nos fuimos agradados, por el juego, por el gol y sobre todo por el momento agradable que pasamos juntos. Lo demás lo vi en los noticieros y no me interesa quedarme con eso.
Sin embargo anoche, la Selección Colombia, que ocupa el segundo lugar en la presente eliminatoria, que llevaba un invicto de 3 fechas, que hace pocos días fue ubicada en la octava posición en el escalafón de la Fifa y que nos tiene motivados y esperanzados a todos los colombianos, se enfrentaba en un juego amistoso frente a Brasil, el pentacampeón del mundo y anfitrión del próximo mundial. El partido fue a eso de las siete treinta, hora prohibida para quienes tenemos jornada de estudio nocturna. Sin embargo a eso de las seis, salí de mi casa con "la camiseta puesta" y llegué hasta un lugar cercano a mi Universidad llamado: La Carpa. Allí encontré a una cantidad inesperada de personas que quienes como yo preferían estar ahí que dirigirse a algún salón de clases. Me senté junto a una amiga con quien acordé ver el partido, pedimos un par de cervezas y vivimos con intensidad los primeros 45 minutos. Fue un primer tiempo de toma y dame, de vienes y vas, la gente gritaba como si estuviéramos en el estadio y el grupo de morochos a nuestro lado, silbaba cada vez que un jugador brasilero tocaba el balón. Justo cuando el árbitro miraba su cronómetro, llegó lo esperado: El gol; una combinación entre los más jovenes: James y Cuadrado que acabó con el desborde por derecha de este último crack quien anoche fue un improvisado lateral derecho y adentro. Con eso nos fuimos a medio tiempo. Para mi compañía y para mi, fue suficiente para irnos contentos, ambos teníamos compromisos y sin importar que faltara un tiempo, nos fuimos agradados, por el juego, por el gol y sobre todo por el momento agradable que pasamos juntos. Lo demás lo vi en los noticieros y no me interesa quedarme con eso.

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