Por Juan Manuel Diaz
@JuanchoDiazB
@JuanchoDiazB
No recuerdo con exactitud el dia en el que empece a sentir ese amor por el fútbol. Un amor mesurado pero bello, que me ha brindado grandes momentos a lo largo de mi vida. Hago memoria y vienen a mi diferentes lugares y espacios en los que disfrute del juego de la pelotita, como espectador y como jugador. Quizás tiene mucho que ver ese discurso del patriarcado heterosexual que dice "los niños juegan pelota" y "las niñas juegan muñecas". No lo sé en que momento me convertí en hincha del futból más allá del color de un equipo o de una bandera. Sin embargo tengo la plena seguridad que son varios años, un poco menos de la mitad de los que tengo de vida. Cuando tenia 5 años mi mamá soñaba que cuando creciera fuera medico. Luego fui creciendo y a la par de mi crecimiento, el balón de fútbol fue uno de mis primeros amigos. Como olvidar la final del mundial de Francia 98, en la que rodeado de gente adulta, pactaron un juego para acertar el marcador. Todos volcaron su mirada hacia mi, me veían como el gran experto y quisieron oir mi pronóstico y apostarle a mi criterio. Yo solo dije "Ronaldo la está metiendo" y ese fue como el veredicto de un gran experto, todos apostaron en su mayoria a que Brasil ganaba guiados por mi convencimiento. Sin embargo esa tarde Francia se quedo con el titulo. Se me olvidó el pequeño detalle que jugaban de locales, de que el fútbol es tan hermoso que es incierto. Con el balón compartí tardes enteras bajo los rayos de un sol inclemente. Solo o acompañado, pasaba grandes momentos pateando, saltando y haciendo cabriolas. Hice parte de algunos equipos en mi ciudad natal y conocí de James Rodriguez cuando tan solo tenia 10 años. El siempre llamaba la atención, siempre se destacaba por algo como el dia de la final del Pony Futbol en Medellin donde marcó un gol olimpico. Pude haber jugado con el mismo Falcao en el equipo de la iglesia cristiana a la que asistiamos, pues compartimos el mismo amor por Dios y por supuesto por el fútbol. Para nadie es un secreto que tras Falcao hay una historia de amor por Dios que nació en Casa Sobre La Roca, bajo la supervision deportiva del ex futbolista y pastor argentino Silvano Espindola. Yo estoy por creer que el apodo de "tigre" era natural de todos los chicos allí, a mi también me llamaron muchas veces asi. Sin embargo para poder jugar con Fair Play que es el nombre del equipo de Casa Roca, tendría que desplazarme hasta Bogotá y para mi familia era complicado hacerlo. A la par tuve la fortuna de estar por un corto tiempo en la cantera del equipo profesional de mi ciudad, allí comparti con chicos quienes como yo buscaban una oportunidad. Una oportunidad de cumplir un sueño, de vivir de lo que nos gustaba, jugar al fútbol sin preocuparnos por nada más. Ellos en su mayoria eran morochos que venían desde lejos, median más de 1 80 cms y afirmaban tener los mismos años que yo. A mi se me hacia raro que fueran tan grandes y tuvieran mi misma edad. Luego supe que alteraban sus registros de nacimiento para jugar sin problema en cualquier categoría. Eran bien dotados futbolisticamente y eso era lo que importaba. Esa vez di lo mejor que pude, hasta que me aplicaron el "Acido". Si, el Acido que en realidad significa "Ha sido", "ha sido un placer". Segui con mis entrenamientos en mi equipo, hasta que llego la etapa de la universidad. Para ese entonces supe que tenía que decidirme, decidir entre seguir esperando una nueva oportunidad para jugar fútbol profesionalmente o no perder tiempo y meterme de lleno en la academia. Hoy despues de casi 5 años de haberlo decidido me siento feliz, porque puedo disfrutar del fútbol desde otra perspectiva y disfruto de el con la gente que quiero. El periodismo deportivo me está haciendo ojitos y siento grandes deseos de dejarme seducir por el.
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